Instalan 25 colilleros en Libertad: idea es expandirse por el departamento
A iniciativa de dos jóvenes libertenses, Rosina Algorta y Jimena Porley, “No más colillas” llegó desde Montevideo al departamento, puntualmente a Libertad, con la colocación de veinticinco colilleros en diferentes puntos de la ciudad donde existe reunión de personas, y por ende son espacios donde se fuma. Dicho elemento, muy pequeño pero altamente contaminante, está presente en parques, calles, veredas y cualquier punto urbano, también en zonas rurales, la playa, en síntesis en todo lugar donde exista contacto con personas.
De acuerdo con el testimonio de ambas, el acercamiento se dio “por la inquietud sobre el mundo que estamos dejando para los que vienen, la poca conciencia social que existe sobre este tipo de cuestiones más allá de un despertar que se nota. Nos preguntamos que podíamos hacer, supimos de esta posibilidad que nos gustó por ya estar presente y por el fin que persigue, por lo que decidimos colaborar desde nuestro lugar. Muchas veces la gente no las tira en la calle, incluso hasta las junta, pero luego las tira en la basura, por lo que siguen contaminando, el objetivo es que puedan hacerlas llegar a un sistema de reciclaje y para eso sirven los colilleros”.
Como puntapié inicial, se colocaron artefactos para que quienes fuman arrojen al finalizar la colilla, los mismos están hechos de forma artesanal: “empezamos a recolectar bidones de agua, que al momento de ser presentados se dan vuelta por lo que quedan con la tapa hacia abajo, se les hizo un agujerito para tirar la colilla y tienen además una chapita para apagar el cigarro. Reconocimos en el pueblo distintos puntos de concentración de personas, donde se fuma y se tira en la calle, como son veredas de bares, la plaza, paradas de ómnibus, y allí fueron instalados. Los atamos con precintos en columnas o alumbrado, pedimos permiso en el Municipio y se nos dio la aprobación. Quizás no son los más lindos ni los más estéticos, pero cumplen la función”. La primera parte de la acción es la colocación de los objetos “que juntan” las colillas, o la salida a las calles para recolectarlos, a través de grupos de personas que se sumen a la iniciativa, y ya se han hecho ambas.
La segunda es la recolección, para hacerle llegar los objetos a quienes se dedican al reciclaje: “en principio lo hacemos nosotras, tanto vaciarlos cuando el volumen sea apto, como el traslado a Montevideo ya que tenemos tareas laborales allí”. La intención es poder expandir el proyecto a otros puntos del departamento, incluso ya han existido contactos desde San José de Mayo y también Kiyú, sobre el tema Algorta y Porley explicaron: “es clave descentralizar la iniciativa de nosotras dos, que se acerquen personas preocupadas por el tema en otros puntos del departamento, y lo lleven adelante. La intención de la organización central en este 2022 es instalar centros de acopio en todos los departamentos, para los que se precisa comprar un contenedor grande, en el que entran muchas colillas, DAC se encargaría del traslado a la planta de reciclaje. Ojalá las intenciones que han llegado, y las que puedan venir, se concreten, es claramente el siguiente paso al que aspiramos”.
Cultura: Si bien el objetivo es poner los instrumentos al alcance del pueblo, que se pueda considerar a lo proyectado como exitoso dependerá de cómo los vecinos actúen, sobre eso se hace énfasis por parte de las involucradas: “esto tiene sentido si los colilleros son un despertador, si nos hacen pensar, si podemos darnos cuenta que es un elemento reciclable del que hay que hacerse cargo, que no se pueden tirar porque pese a su tamaño contaminan mucho, es el camino para intentar cambiar nuestra cultura”.
Juntos a la par
No más colillas y Teko Uy nacieron como iniciativas separadas, pero la cercanía en el tema que tratan los acercó, y trabajan en conjunto.
El primero se dedica a la recolección de las colillas, en su web se explican las razones: “en el mundo se desechan 4.3 trillones de colillas por año y se estima que en Uruguay ese número es de alrededor de 5 millones por día. Esto se debe a que un 20% de la población adulta consume tabaco, unas 500.000 personas, con un cálculo promedio de diez cigarrillos diarios. Son consideradas el plástico más esparcido del mundo por su efecto hormiga, dado que se desechan en todas partes y son difíciles de recoger. Según estudios internacionales, representan el 40% de los residuos urbanos y el más presente en playas. Cada colilla en contacto con el medio ambiente puede contaminar hasta 50 litros de agua liberando miles de sustancias tóxicas. Cuando llueve, las colillas son arrastradas hacia las bocas de tormenta, y por ser pequeñas, son liberadas al mar. Están compuestas por acetato de celulosa, un bio-plástico no bio-degradable que puede tardar hasta 25 años en degradarse”.
El segundo generó un sistema de reciclaje, y con el acetato obtenido de cada colilla se confeccionan armazones para lentes y pintura, en su página profundizan sobre el proceso: “separamos los compuestos orgánicos como el tabaco y el papel. A continuación, procedemos al lavado y desinfección del filtro, mediante la utilización de detergentes orgánicos, capaces de desinfectar y blanquear el material. Después de lavar las colillas, el agua se recicla y las colillas se retiran y se dejan secar. Finalmente, los filtros se procesan y se convierten en materia prima que utilizaremos para fabricar productos de valor agregado”.