Bruno Silva: «la sensación de ponerte la camiseta celeste es increíble»

Nacido en un pueblito de Cerro Largo, se mudó a la capital del departamento para seguir su sueño, y allí vivió cosas increíbles. El debut profesional fue en Danubio, el primer salto a Europa a Rostov de Rusia, y el pasaje más recordado en el viejo continente en Holandao con Groningen primero y luego el gran paso a Ajax. De vuelta a Sudamerica vistió la casaca de Internacional de Brasil, y tras una larga y dura enfermedad pudo volver al fútbol para jugar en el Cerro Largo Fútbol Club. Ya en el final se dio el gusto de jugar en Melo Wanderers, tanto el torneo local como varias ediciones de Copa Nacional de Clubes. Bruno Silva, clásico lateral derecho con marca y subida, charló con 2 de Punta en Otra Cabeza:

Las historias de sus comienzos en Melo hablan de sus ganas de progresar: «Me fui a los 10 años de Isidoro Noblía a jugar en el baby de Melo Wanderers, cuando tenía 15 años que ya estaba en primera tenía que entrenar todos los días, me fui a vivir a la sede del Club con Amaranto Abascal que en esa época jugaba ahí. Vivía adentro de un baño, no había mucho lugar, tenía la cama ahí. Mi hermana vio el lugar y le aviso a mis padres para que me sacaran de ahí pero no hubo forma. También vivimos en unas cuchetas donde estaba el contador de la luz, arreglábamos quién se paraba primero porque los dos parados no entrábamos en el lugar. Son cosas que pasan y están muy buenas. Lindo haberlo vivido para poderlo contar. Volví a jugar ahí en el final de mi carrera y me trajo un montón de recuerdos, vi mucha gente conocida».

La llegada a Montevideo fue al franjeado de Maroñas: «A fines del 98 llegué a Danubio, fui a la cuarta división, en Melo jugaba medio como enganche, cuando llego a Danubio y veo la calidad de jugadores en ese puesto pensé y dije voy a tener que cambiar. Me fui adaptando más de volante y a los pocos meses me subieron a primera. Fosatti me llevó a la pretemporada del 2000 en San José porque faltaban algunos jugadores. Ahí inicié mi camino como profesional, Danubio me dio todo, me trataron siempre muy bien, le tengo un cariño y un respeto enorme. Hablo hasta hoy con gente del Club y ex compañeros. Teníamos un gran equipo con grandes futbolistas, había gente de mucha experiencia y una generación muy buena. Me ayudaron muchísimo, era un grupo espectacular donde hoy compartimos el Senior».

Los sueños se cumplieron, pero también llegaron momentos muy duros: «Yo cumplí mi sueños, miro para atrás y la verdad que me siento muy tranquilo, di todo lo que tenía para dar y logré cosas que eran totalmente impensadas, soñadas, pero las veía muy lejos. El fútbol me dio todo, me dio amigos a los cuales les tengo cariño y respeto, gente muy buena. Mi problema de salud reafirmó esas amistades como por ejemplo el Ruso Pérez que es un hermano que me dio el fútbol o Sebastián Eguren. Ese es el camino, podés ganar títulos pero lo que queda es lo otro, eso no tiene precio. Estaba en mi plenitud en Ayax con 31 años cuando me pasa lo de la bacteria y el riesgo de vida, fue una lucha para volver a jugar, fui a todos lados y me decían que no. Me operé en Italia y en 2013 volví con Cerro Largo ante Nacional, esa lucha la gané y jugué 4 años».

Haber vestido la camiseta de Uruguay es un orgullo: «Soy de la época de la celeste y la roja, la sensación de ponerte esa camiseta es increíble, ver a tu familia y amigos del pueblo en la tribuna del Estadio en un partido de eliminatorias son cosas que quedan marcadas. Son los amigos que jugaron descalzos en la calle con vos de niño, ellos estaban orgullosos de mi. Son muy pocos los que tienen la chance de la selección, son elegidos, le doy muchísimo valor de verdad. Hablo poco pero me doy cuenta lo que son esos momentos, es una cosa muy linda. Yo quería pegarme un abrazo con mi familia y amigos a la salida del Estadio, quería que estén ahí. A mi padre no le dio el tiempo pero me vio jugar en una sub 23, mi madre me vio en Holanda donde el Estadio me cantaba una canción a mi. Que pueda ver al hijo de esa forma no tiene precio y la verdad es que me llena de orgullo».

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