«No se puede explicar lo hermoso que es defender la camiseta de Uruguay»
En la mañana de Otra Cabeza charló en 2 de Punta Enzo Scorza, delantero nacido en Rivera y que se hizo conocido por su pasaje juvenil en selecciones y Danubio, para luego hacer una extensa carrera en el exterior. Desde su ciudad natal, a la espera de resolver su futuro futbolístico, habló de la siguiente manera:
En el inicio de la charla Enzo mezcló sus primeros años de vida con el presente, que lo tienen en el mismo barrio riverense donde creció: «Estoy viviendo en el Barrio de Rivera donde viví toda la vida, los vecinos me conocen desde chiquito, a mi hijo Renato que tiene 5 años lo comparan conmigo y me pasan diciendo que es igualito, yo les digo que era más tranquilo. Hice bastantes travesuras sanas de chico en el barrio pero me hice querer. A un vecino que estaba pintando la pared le manché todo con la pelota, a otro que tenía un cartel en la casa porque la alquilaba le ponía atrás del cartel bombas brasileras, los portones eran arcos. Mi señora me dice que tiene dos niños en la casa, paso rompiendo las bolas con él, me gusta verlo feliz. Este agacha la cabeza y se va con la pelota, no se la pasa a nadie es un comilón bárbaro. Los vecinos quedaron contentos siempre cuando me vieron jugar y pasar por la Selección, eso es lo lindo de los barrios».
Fue un niño prodigio al que lo querían de todos lados, la elección familiar fue Danubio: «Me fui a los 12 años para Danubio, mi familia fue conmigo a Montevideo y fue algo fundamental. Fue todo muy rápido para mí porque también llegó la Selección Sub 15. Debute con 17 años en Primera donde fuimos campeones con Gustavo Matosas, una alegría muy grande. Quedé muy triste con el descenso, venía complicada la mano, Axel me llamó para ir en las últimas siete fechas pero yo no estaba en el ritmo de fútbol que necesitaba Danubio, en lo físico estaba bien pero sin partidos. Le dije que si Leo Ramos quería yo iba pero no me parecía correcto. Hay buen plantel, ojalá que logre el ascenso. Sabemos cómo me fui del Club, mucha gente quedó dolida y con el tiempo me pidió perdón. Danubio se portó bien conmigo, siempre le deseo lo mejor de corazón».
Tras una salida conflictiva de la franja llegó el palermitano, y de allí para adelante una gran cantidad de países que lo recibieron con su fútbol: «A Central Español le estoy muy agradecido, me abrió la puerta en un momento donde nadie lo hacía por como salimos de Danubio. En Italia fue lindo, un fútbol duro, México fue hermoso, Cancún el mejor lugar que fui. Brasil me encantó, fue corto y era un equipo de la B, siempre están alegres y yo soy así . En Perú fue uno de mis mejores momentos futbolísticos aunque me costó jugar en la altura, me sentí como en mi casa. En Grecia fueron 6 meses, me costó en lo físico en el arranque y después me puse bien, hice un gol de cabeza en el clásico. Del cuadro de Ibiza donde la pasamos muy bien esos meses me fui a Guatemala pero no pagaron más, ese equipo ahora desapareció. También jugué en Peñarol de Rivera hace un par de años. El año pasado estaba en el Equipo de Rivera para la C pero al final no ingresó».
Un capítulo aparte en su vida es la camiseta celeste, a la que defendió en todas las categorías juveniles: «Lo más lindo que te puede pasar en vestir la camiseta de la selección uruguaya, tengo la celeste y la roja de cada año, muchas regalé. Tengo las medallas, fue increíble. Fueron seis años adentro del complejo, compartir con toda esa gente, ponerte esa ropa en el vestuario, cantar el himno, no se puedE explicar lo hermoso que es defender al país. Recuerdo aquel partido con Brasil donde perdimos la medalla de oro por diferencia de goles, la charla previa ese día de Ferrín fue increíble, nos dijo que todo el Uruguay estaba pendiente de nosotros, hay que estar ahí para saber qué se siente. Siempre la gente en el barrio cuando volvía de la Selección me trataba de forma increíble y a mi me gustaba compartir con todos lo que había vivido».