Lula da Silva arranca la carrera presidencial en Brasil
Con gritos de «Brasil urgente, Lula presidente» fue recibido hoy el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva al presentar su candidatura a las elecciones presidenciales en São Paulo. Faltan cinco meses para votar, pero Brasil ya está en clima de campaña.
En su discurso, Lula pidió la unión de todos los demócratas para vencer al autoritarismo, y lo ejemplificó con la alianza que ha forjado con un antiguo rival, Geraldo Alckmin, que será su candidato a vicepresidente del Gobierno. Alckmin fue durante años el principal rostro de la derecha moderada en Brasil, y los dos se enfrentaron en las elecciones de 2006, pero ahora, el ex gobernador de São Paulo decidió unirse a Lula ante la urgencia de derrotar a Bolsonaro.
«Queremos un movimiento cada vez más amplio. Ese es el sentido de nuestra unión. No sólo para la victoria, sino para la reconstrucción de Brasil, que será más difícil que ganar las elecciones», afirmó Lula. El fichaje del antiguo adversario es el principal gesto de acercamiento al centroderecha, y además de un guiño a los electores indecisos también sirve para calmar los posibles miedos del mercado financiero ante el regreso del Partido de los Trabajadores (PT) al poder. «Las próximas elecciones serán un gran test para la democracia, sin Lula no habrá alternancia de poder en el país», advirtió Alckmin ante la posibilidad de que Bolsonaro repita mandato.
Lula no hizo grandes promesas ni avanzó su programa electoral. Prefirió recordar el legado de sus años en el Gobierno, sobre todo la lucha contra la pobreza o la inversión en educación, lamentando que todos esos logros «están siendo destruidos» con el actual Gobierno y que la situación es «desoladora».
«Las personas se están endeudando para poder comer. Brasil está volviendo a un pasado sombrío que había superado», lamentó. Recordó que durante sus años en el gobierno (2003-2011) Brasil llegó a ser la sexta economía mundial, que hablaba «de tú a tú» con las potencias, y prometió volver a colocar al país en el mapa, trabajar para una nueva gobernanza mundial, reforzando los organismos multilaterales y la soberanía nacional. «Brasil es demasiado grande para ser relegado a ese triste papel de paria del mundo», criticó.
Lula evitó citar por su nombre a Bolsonaro, y pidió a sus simpatizantes que durante la campaña no caigan en provocaciones: «El país necesita calma y tranquilidad para trabajar y vencer las dificultades actuales. Que nadie nunca más se atreva a desafiar la democracia y que el fascismo sea devuelto a la basura de la Historia de donde nunca debería haber salido», proclamó.
A pesar del tono épico, Lula tiene por delante unos meses difíciles para seguir tejiendo alianzas con otros partidos y frenar el avance de Bolsonaro. Hace unos meses, la ventaja de Lula sobre Bolsonaro en las encuestas era tan amplia que se especulaba con que podría ganar ya en el primer turno. Ahora el margen se acorta, aunque el veterano líder de la izquierda sigue teniendo una mayoría cómoda: 54% de votos frente a 34% de Bolsonaro, según la última encuesta, divulgada esta semana por Ipespe. El resto de candidatos no consigue aparecer como alternativa, con menos del 10% de apoyos. Todo apunta a un ajustado duelo Lula-Bolsonaro que promete tensionar el país en los próximos meses.
El líder de la derecha dura brasileña lleva mucho tiempo cuestionando el actual sistema de voto y advirtiendo de que no aceptará una eventual derrota en las urnas. Esta semana propuso que las Fuerzas Armadas realicen un recuento paralelo de los votos.
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