Poco importa cuánto tiempo pase, el Titanic no deja de cautivar. Se cumplen 109 años del hundimiento del transatlántico británico que dejó 1.496 personas muertas, hito en la historia de las embarcaciones. Semejante «monstruo» comenzaba su viaje inaugural un 10 de abril de 1912 desde Southampton con destino a Nueva York, Estados Unidos, con 2.208 que iban a bordo. La tragedia trascendió toda frontera, llegó a la literatura y al cine, al punto que la película resultó un boom y ganó 11 Premios Oscar de la Academia de Hollywood.
Pero más allá de todo lo que se sabe, existen doce pequeñas historias y curiosidades capaces de asombrar a cualquiera que recoge Gema Bonnín, una novelista y estudiante de filología, apasionada de la historia del Titanic.
Un libro lo predijo: Un libro titulado «Futility», de Morgan Robertson, predijo en 1898 el hundimiento del Titanic. Narra el hundimiento de un portentoso transatlántico en unas circunstancias increíblemente similares. La más llamativa es que el barco del libro se llamaba Titan.
Cuánto costó construirlo: Cualquier puede imaginar que construir un transatlántico no resulta nada barato. De acuerdo a lo establecido, el Titanic demandó unas 7,5 millones de libras de entonces, lo que hoy equivale a unos 170 millones de dólares. ¿Es tanto?
Llevaba sangre de drago: En las bodegas del Titanic no solo había opio que se trasladaba de forma ilegal. También había 76 cajas de sangre de drago de las islas Canarias, que tiene uso farmacológico y cosmético. Un producto buscado en la antigüedad por griegos y egipcios, que por ejemplo estira de forma natural la piel y es un potente cicatrizante.
Los precios de cada boleto: Si hablamos de cuánto costaba un billete estándar de primera clase en el Titanic, hay que preparar la billetera y hacer cuentas: costaba unas 86 libras de entonces (unos 10.500 euros); uno en segunda clase 13 libras (1.500 euros); y uno en tercera, 7 libras (850 euros).
Camarote y superstición: Aunque suene irónico, y pese a la tragedia pueda arrancar una sonrisa, en el Titanic no había camarotes con el número 13 por un tema de superstición. Se intentaba a toda costa evitar la mala suerte. Puede fallar.
Estrella del cine mudo a bordo: La estrella de cine mudo Dorothy Gibson, viajaba a bordo. Ese mismo año protagonizaría una película llamada «Saved from the Titanic», con guión de su autoría. Su vestuario fue el mismo vestido que llevó la noche del hundimiento. Acceder a ese filme resulta imposible dado que la cinta se quemó en un incendio en 1914.
Dos malos augurios: Cuando partió del puerto de Southampton, el Titanic casi choca con el navío New York como consecuencia de una maniobra fallida. Pero no fue el único mal augurio: aseguran que también zarpó con un incendio en las calderas que había empezado algunos días previos.
El misterioso Californian: Apenas a unas millas del Titanic, todo el tiempo estuvo parado por orden de su capitán un barco llamado Californian. Pero al no tener sistema de comunicaciones no se enteró de nada. Sin embargo, oficiales declararon en los juicios que llegaron a ver ocho bengalas. Stanley Lord, su capitán, pasó años de pleitos y su reputación se vio afectada.
El karma del dueño Bruce Ismay: Bruce Ismay, el empresario y dueño de la línea de embarcaciones, perdió su puesto y su prestigio en la White Star Line debido al desprecio de la opinión pública. Hasta su muerte, la gente de su alrededor tuvo terminantemente prohibido hablar del Titanic en su presencia.
La bebé sobreviviente: El nombre Millvina Dean no es uno más en la trágica historia de abril de 1912. Se trata de la pasajera y la sobreviviente más joven: era una bebé de 2 meses. Al final de su vida tuvo dificultades económicas, y tanto el director James Cameron, como Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, protagonistas del filme Titanic, la ayudaron económicamente. Murió el 31 de mayo de 2009, a los 97 años.
Fumar, cosa de hombres: Lejos de la pelea por la igualdad de género que se vive en la actualidad, en el Titanic había espacios reservados para uso exclusivo de los varones. Un ejemplo era salas de fumadores, dado que a principios del siglo XX no estaba bien visto que las mujeres fumaran en público.
La fidelidad de Ida Straus: Una de las pequeñas y desconocidas historias habla de Ida Straus, una mujer que se negó a subir a un bote porque no quería abandonar a su marido. «Llevamos juntos toda la vida. Adonde tú vayas, iré yo», aseguran que testigos que dijo. Ambos murieron.